Con motivo de las recientes Jornadas Mundiales de la Juventud en Lisboa, uno de nuestros miembros del Club Universitario Almonte, Jorge Cantero, que formó parte del nutrido grupo de universitarios que asistió al encuentro desde nuestro Colegio Mayor, nos ha dejado esta crónica sobre la experiencia allí vivida:
Para la mayoría era la primera JMJ. Y había ganas. Muchas.
Un millón de personas nos esperaban ya en Lisboa. Nosotros nos pusimos en camino el día 2.
El viaje en bus no se hizo muy pesado, comimos en Badajoz y cruzamos la frontera. Al final de la tarde llegamos por fin a la Quinta de Santo Antonio, la casa donde nos íbamos a quedar. Es la casa que utilizan los jornaleros que trabajan en la plantación de fruta que hay allí. La lejanía de Lisboa se palió con el hecho de tener colchones (cosa que muchos peregrinos hubieran agradecido). Poco quedaba por hacer, dejar las maletas, dar un paseo quizá y cenar. Se comentó el plan del día siguiente y al saco.
El jueves por la mañana alguno que otro se despertó a las 6:30 AM( hora portuguesa) por aquello de que es una hora menos y la luz que había ya engañaba. Por lo que tampoco dormimos mucho. Ducha fresquita y misa al aire libre. El desayuno fue espectacular, por encima de las expectativas de muchos.
De allí una hora y estábamos en Lisboa.
D.Carlos Merino ambientó ya el bus con una de sus meditaciones. Entrando en la ciudad ya se veían las primeros grupos de peregrinos. Una de las grandes cosas de la JMJ es poder salir de tu círculo mas inmediato y darte cuenta de la diversidad y universalidad de la Iglesia. Nosotros nos bajamos en el parque de la Torre de Belem. Muchísima gente, sobre todo españoles. El ambiente era ya tremendo, dimos nuestro primer paseo por Lisboa al lado del río. Fuimos al Parque del Perdón donde estaban todos los confesionarios, aquí también había puestos de todos los grupos,congregaciones, movimientos que había en la JMJ. Hubo tiempo para tomar algo y nos fuimos a comer.
El mejor momento del día fue el partido espontáneo que se montó contra un grupo de italianos (victoria y remontada 3-2), lo dicho el ambiente era espectacular.
De ahí nos pusimos en camino hacia el parque Eduardo VII que era donde se iba a celebrar la ceremonia de acogida al Papa Francisco. Cada uno llegó como pudo, porque estaba a una hora y media andando. Una de las cosas más divertidas de la JMJ es intentar encontrar el mejor hueco posible y si puede ser, cerca del Papa. Aquí hay que hablar con los voluntarios, saber moverse en la bulla y tener un poquito de caradura.
Hacía un sol de justicia (17h) pero las ganas de ver al Papa superaban el cansancio después del paseo y la solana.
Cuando por fin llegó el Papa aquello se vino abajo.
El parque Eduardo VII realmente es como una gran paseo en cuesta arriba, en lo mas alto estaba el escenario. El Papa se pasó por casi toda la zona así que ya el primer día lo pudimos ver muy bien. Estaba bastante animado, haciéndonos participar de sus palabras: «Repitan conmigo» «No les oigo»,etc. Ahora, a cada rato se escuchaban miles de jóvenes coreando: «esta es la juventud del Papa». Lo más divertido fue salir de allí no sólo por el ambientazo sino también por la cantidad de gente que quería ir hacia el mismo sitio.
El bus estaba lejos, otro paseo bastante largo pero con la alegría del primer día superado llegamos a la casa. La hora de rigor para llegar, compartir experiencias del día(al final al ser tantos acabamos diseminados) y cenar.
Esta noche se durmió muy bien.
Llegaba el viernes, segundo día fuerte de la JMJ. El plan era tener el Vía Crucis por la tarde por lo que por la mañana dimos un paseo por Lisboa. Comimos en un parque y justo después fuimos al mismo recinto del día anterior, el parque Eduardo VII, para ir cogiendo sitio para el Vía Crucis. Todavía más gente que el día anterior. La mayoría conseguimos ponernos más cerca al haber llegado antes. El Vía Crucis en sí fue curioso, una actuación que trataba de identificar las estaciones con problemas de la juventud de hoy. Hubo opiniones de todos los tipos. El Papa también dio unas palabras.
Este día nos comimos unas cuantas de horas al sol, pero mereció la pena. El milagro fue que llegaran todos, incluso el de la silla de ruedas(si llevamos uno en silla de ruedas), al autobús porque el cansancio se iba acumulando y el autobús seguía igual de lejos. Durante toda la JMJ algunos se emplearon en ir cambiando banderas con los peregrinos de otros países, y así cada uno intentaba tener la bandera más rara o más chula posible, alguno consiguió la de Albania, otro la de E.E.U.U., otros la de México. Este día también conocimos mucha gente por eso, te paraban, te pedían que le firmaras la bandera. La vuelta, igual de larga que el jueves, pero llegamos.
Al fin llegó el sábado. El Papa iba a estar esa mañana en Fátima por lo que nosotros nos dirigimos hacia el parque de las Naciones, la zona de la Expo de Lisboa, que estaba relativamente cerca de donde iba a ser la vigilia, el parque Tejo. Hicimos tiempo durante la mañana en esa zona en la orilla del río. Comimos pronto y nos pusimos en camino. El propio sitio no tenía perdida había riadas y riadas de personas yendo hacia el mismo lugar todos con el saco, la esterilla, etc. La imagen era una masa de cientos de miles de personas descendiendo hacia la explanada. Yo creo que andamos más de una hora pero al final llegamos al sector que nos había tocado y montamos unas tiendas con palos y sábanas que habíamos comprado previamente (gran idea de los ingenieros). El campamento beduino estaba colocado, y con razón porque aquello era un secarral tremendo. El gran hueco inicial que teníamos a nuestro alrededor se fue haciendo cada vez más chico y al final de la tarde todo el espacio estaba ocupado. La verdad que uno se paraba a pensar y era una escena impresionante, miles y miles de personas durmiendo al raso para velar al Santísimo y estar con el Papa. Durante la Vigilia hubo un silencio tremendo, más tarde colocaron en cada zona una carpa para hacer adoración. Al silencio le siguieron grupos cantando durante un rato hasta que la cosa fue decayendo y la gente se durmió ( o por lo menos lo intentó).
A las 6:30 AM nos despertaron los altavoces de la explanada con música techno del Padre Guilherme a todo volumen. A alguno no le hizo gracia pero cumplió el objetivo de despertar a todo el mundo. Desayunamos lo poco que llevábamos y el que pudo se lavó los dientes. Nos preparamos para la misa, estábamos millón y medio de personas con el Papa. Al terminar de comulgar iniciamos la Operación Salida con el objetivo de evitar la bulla que al final pillamos igual.
Andamos y andamos y por fin llegamos por última vez al autobús. De ahí ya para Sevilla. En la mochila muchas experiencias, la emoción de haber visto al Papa, de haber conocido gente de tantos países y de habernos dado cuenta de que somos muchos, más de los que creemos. La próxima parada del viaje es el Jubileo 2025 en Roma, allí estaremos con Almonte.”