Trabajar en la Cartuja de Jerez tiene algo de viaje en el tiempo: asomarse a las celdas donde cientos de cartujos entregaron su vida a Dios durante más de tres siglos, atravesar el claustro gótico diseñado por Martínez Montañés o llenar contenedores con trastos viejos en el mismo paisaje donde tuvo lugar la decisiva batalla del Salado (1375) es mucho más que echar una mano en la conservación del conjunto, uno de los grandes tesoros arquitectónicos y artísticos de la provincia de Cádiz.
Durante este mes de julio, varios universitarios del Colegio Mayor Almonte han colaborado como voluntarios en las tareas de limpieza y saneamiento que vienen realizándose en el recinto.
La actividad ha alcanzado este año su quinta edición: es una de las citas habituales del calendario estival.
En esta ocasión, los trabajos han consistido en vaciar algunos almacenes de gran tamaño donde se habían acumulado muebles y utensilios diversos, adecentar algunos de los recorridos interiores o quitar las malas hierbas de los claustros menores. Los universitarios han trabajado a las órdenes del equipo que se encarga de forma altruista de ir adecentando el conjunto.
El 18 de julio, los voluntarios recibieron la visita de don José Rico Pavés, obispo de la diócesis de Asidonia-Jerez, que pudo conocer de primera mano las tareas que se están llevando a cabo y compartió con ellos los refrescos de media mañana.
Actualmente no vive nadie en la Cartuja: las Hermanas de Belén dejaron el monasterio hace unos meses porque no terminaba de proporcionarles el clima de soledad y silencio que buscaban. Está previsto que en septiembre de instale un grupo de Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo, procedentes de Brasil.
En la parroquia de Lebrija
Los voluntarios del Colegio Mayor Almonte han trabajado simultáneamente en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Oliva, en Lebrija, un pueblo sevillano de 27.000 habitantes.
Se trata también de un templo con mucha historia: se construyó en tiempos de Alfonso X el Sabio, en la segunda mitad del siglo XIII, aunque ha sufrido desde entonces varias ampliaciones y transformaciones.
Guiados por el párroco, don Manuel Arroyo, los universitarios han limpiado el suelo de las tres naves, han puesto a punto los bancos, han vaciado y acondicionado algunas dependencias y hasta han echado una mano en la organización de la lotería parroquial.
La base de operaciones que han hecho posible este doble voluntariado ha sido Pozoalbero, una casa de convivencias y retiros que funciona desde 1958 en Jerez de la Frontera.
Los trabajos en la Cartuja y en la parroquia de Lebrija se han completado con actividades deportivas y culturales como una interesante y documentada visita a Cádiz capital de la mano del profesor Miguel Ángel García Mercado