Para ir haciendo el oído al son de las guitarras, los tacones en el tablao y las voces alegres, entonadas con rebujito y doradas al sol de Sevilla, hemos tenido un rato de arte en forma de madera, cuerdas y genio. Sevillanas, bulerías, alegrías, coplas y buen humor han llenado la sala de estar de Almonte. Un cajón flamenco, una guitarra y voz curtida por los años, casi consiguen que más de uno se arranque a bailar.